viernes, 20 de septiembre de 2013

SEGUIMOS SIENDO (Después de ver la película de Javier Corcuera.)





15-9-13        

       Es cierto, más que en los libros, es en la música, en la danza, en los cantos que nos reconocemos. Quienes perdimos los caminos volvemos por las imágenes que nos devuelven la patria.

       Y lloré por tanto espíritu olvidado.

       Igual que el amor y respeto por mi acequia, por mi cerro tutelar, mi apu venerado, así de grande es mi abominación a quienes me despojaron de mi ser, a quienes todavía desgarran con sus zarpas desalmadas las entrañas de mi historia.

       En los rostros, en los ojos, en las arrugas queridas que testimonian  los años de persistencia de permanecer al lado del manantial que vivifica espíritus hallo mi fuente nutricia. Gracias, madres, les debemos tanto los huérfanos, los desterrados, gracias por mantener viva nuestra alma.

       Es la historia, pasada, pero también actual, de despojo, de destrucción e imposición de extrañas deidades y absurdas mentalidades. El poder invasor derruyó ciudades y templos. Sometió a la servidumbre a pueblos señoriales. Ahora, los descendientes, los herederos del poder, continúan la expoliación con sus cantos de sirena de un soñado desarrollo y el manoseado cuento de la democracia. Y así siguen destruyendo pueblos y destinos.

       Y el gran imbécil dice que los indios son tristes. ¿Qué espera el gran imbécil? ¿Después de tanto despojo y destrucción?

       Allí están nuestros pueblos celebrando a los únicos dioses que los protegieron, a los apus, a las cochas, a los ríos, a la grandiosa madre naturaleza. Gracias a ellos se mantiene viva la esperanza de una vida feliz.

       Pero la ambición de los miserables que han vendido su alma por unos cuantos soles que compran residencias lujosas y alimentan hasta el hartazgo su obesidad y sus vicios insiste en destruir historia y destinos. Es necesario rechazar cantos de sirena sobre emprendedores y serranos triunfadores (convertidos en nuevos expoliadores) y volver a nuestros pueblos con amor a pagar deudas históricas.

       Gracias, amigo Corcuera, tu arte ha alcanzado inmensa dimensión humana.


                                        Ricardo I. Ráez R. 

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