Para dar testimonio de que la historia se repite, publicamos dos de las primeras notas de CAMBALACHE, cuando únicamente circulaba vía correo electrónico.
Año I, núm. 2. 20
de setiembre de 2012
A Raúl Wiener, ejemplo de
periodista.
LECTURA DE MEDIOS DE
COMUNICACIÓN
Una niña de ocho años es muerta por un balazo en la espalda “tras el
fuego cruzado en un operativo de las fuerzas combinadas del ejército y la policía contra terroristas”,
informa un diario. El hecho ocurrió el 8
de setiembre en el anexo de Ranrapata, distrito de Santo Domingo de Acobamba,
en Huancayo. “El padre de la víctima y el abuelo materno aseguraron a la prensa que
los agentes del orden ingresaron a su vivienda, donde dispararon y posteriormente arrastraron el cuerpo de la
niña unos 50 metros,
hasta dejarla sobre unos matorrales”
–LA PRIMERA. Domingo
16 de setiembre de 2012.
Sólo unos días
después de que las fuerzas armadas y policiales comunicaran el suceso, sin mencionar la muerte de la niña, se conoce este hecho por la denuncia del
alcalde de Ranrapata. El analista
político “Carlos Tapia reveló que los efectivos policiales a cargo del operativo
tuvieron conocimiento de la muerte de la menor y sin embargo no transmitieron
la información a través de la cadena
de mando” (LA PRIMERA, 15 de setiembre
de 2012).
Como resultado de
la misma operación, las fuerzas armadas
y policiales traen a Lima a tres niños, de diez meses, de cuatro y de ocho
años. Dicen que los han rescatado, que
eran pioneritos, niños secuestrados por
grupos terroristas. Después se sabrá que no era cierto, que “eran
beneficiarios del programa Vaso de leche e incluso eran estudiantes del centro
educativo de Ranrapata”, (como informó el alcalde, que agregó: “Nadie
me hizo caso ni me preguntó sobre ellos”). Los retienen en la pista de aterrizaje por
varias horas hasta que lleguen los periodistas, la prensa y la Televisión y la primera
dama y la ministra de la mujer. Entonces comienza el espectáculo: Las fotos
ilustran el amoroso cuidado de las damas acogiendo a niños de muy corta
edad.
Al día siguiente,
en todas las primeras planas, en todos los noticieros de la televisión se
suceden las imágenes de las damas y se da gran publicidad al operativo de las fuerzas
conjuntas del ejército y de la policía. El
congresista Fredy Otárola dirá que “el
operativo fue impecable”. ¡¿Impecable?!
Una niña muerta, niños secuestrados y varias mujeres acusadas falsamente de
terroristas –que después serán liberadas- y todo el trauma causado a los niños y a los
pobladores, ¿no significa nada?
Y la perla: el
ilustrísimo señor Cardenal Juan Luis Cipriani,
minimizando la muerte de la niña y
mostrando su verdadera cara y posición
en este mundo terrenal, dice: “Las intervenciones militares contra el
terrorismo no pueden ser con guante y
mandil y (pidiendo) permiso para entrar”. Para un cardenal que combate
el aborto en todas las circunstancias, a todo pulmón en cada homilía, ¿esta vida no le significa nada? ¿Qué vidas
le parecen valiosas? ¿No lo fueron las de decenas que se perdieron en el
cuartel de Los Cabitos cuando estaba de obispo en Ayacucho y cuyos cadáveres se
están desenterrando hasta ahora? Seguro que este cardenal asume también que se
justifica la muerte de diez individuos si en el grupo hay tres o algún
terrorista.
Nadie pretenda
enlodar a nuestras heroicas fuerzas armadas que luchan día a día por defender
la democracia. Que no la enloden los malos efectivos. Ya no estamos en el
régimen del dictador A. Fujimori, que cumple condena por corrupto y asesino. La
democracia debe mostrarse limpia y llegar a todos los rincones de nuestra
patria. Ha habido un mal operativo. Luego se ha agraviado a niños y pobladores,
se ha mentido en las altas esferas. No se puede mezclar las cosas. Es necesario
dar respuesta rápida con la verdad y pedir perdón al ofendido. La confianza en
la democracia está en juego.
Algunos
congresistas pretender salvar su imagen pidiendo investigación de los hechos.
Por cierto, comenzará, ¿y cuando terminará?
Tenemos la experiencia que las fuerzas armadas no envían nombres de los
jefes involucrados en acciones por investigar, no dan informes, y se dilatará
la investigación y al final la democracia seguirá herida, lamentablemente, como
se dice.
Ya han pasado
varios días, se ha empleado mucho tiempo en el congreso; se dan argumentos de
toda especie. Sin embargo, ahí están los hechos. Está en prueba la confianza de
los millones de peruanos en la democracia, en la que creemos y por la que
tenemos que levantar la cara y debemos defender. Es la única manera de derrotar
a todo terrorismo: lograr que todos los peruanos confíen en la democracia. Que
en cada rincón del país se entienda que no hay peruanos de primera, de segunda,
tercera y cuarta categoría.
Al final, ¿qué va a quedar?
La convicción de
que todo sigue igual en el país. Las poblaciones del interior indefensas, sin
atención de su gobierno. Sin esperanzas.
Raúl Mayo Filio, en El Comercio,
domingo 16 de setiembre del 2012, informa: “Ranrapata, el aislado centro poblado de
Junín (…) es uno más sumido en la extrema pobreza (…). Donde los niños viven sin alimentos, abrigo
ni la mínima atención de salud. (…) la única fuente de agua de la comunidad es
un manantial que los pobladores comparten con las bestias de carga y los
animales domésticos. No hay saneamiento básico, tampoco electricidad; menos una
carretera. La penosa realidad está plasmada en los rostros de los niños llenos
de llagas por infecciones cutáneas, con ojos enrojecidos por la conjuntivitis,
pelo rojizo producto de la desnutrición. En estas condiciones, un pueblo es
presa fácil para el engaño.” Con seguridad, el
Cardenal jamás irá a llevarles consuelo alguno. Y dirá: “La criatura está muerta. Recemos y busquemos la mejor manera de
actuar.” Le decimos: ya estamos cansados de rezar, lo estamos haciendo
desde hace siglos, y cierto, mejor busquemos qué hacer, comenzando por llevar
auxilio y justicia a esa poblaciones, con el ejemplo.
La lucha contra
los terroristas debe comenzar por atender las necesidades primarias de estos
pueblos olvidados. Los olvidados de siempre deben sentir la presencia del
gobierno en realizaciones concretas y no en promesas que no se cumplirán. Deben
sentir la sinceridad de quienes dicen respetar sus derechos y ser considerados
ciudadanos como los que viven en Miraflores o en La Planicie.
No creo en
“investigaciones”. La verdad se ocultará entre los folios de los juzgados. Ya
en el comunicado oficial del 25-2012-CCFFAA se decía en el ítem 3: “El
operativo se desarrolló con presencia de personal del Ministerio Público que
elaboró el acta correspondiente, haciéndose cargo del caso (…).” Sin embargo, el Fiscal de la Nación,
José Peláez, reveló que el Ministerio Público desconocía la realización del
denominado “Operativo Mantaro” y que “la
fiscal Elaina Aguilar Solórzano recién tomó conocimiento del hecho, el pasado 09 de setiembre, cuando se encontraba
en la base militar de Pichari” (información publicada en La Primera, sábado 15 de
setiembre de 2012). Entonces, ¿en qué investigaciones vamos a confiar con todos
los antecedentes que conocemos?
Es triste
reconocer que parece que las cosas seguirán igual como siempre.
¿Qué piensan
ustedes, queridos amigos? Quisiera conocer sus opiniones. Y si les parece
pueden reenviar CAMBALACHE a sus
amigos.
Ricardo
I. Ráez Ruiz